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Continúa existiendo un ambiente moderadamente propicio para la inversión, pero quien emprende debe tener un balance entre audacia y juicio.

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Todo inversionista indudablemente es una persona audaz. Tiene clara la vinculación directa entre el riesgo asumido y la rentabilidad esperada en los negocios, lo que equivale al buen juicio. Reconocer el peso de las variables del entorno económico, político o social, al definir estrategias exitosas, forma parte del juicio de quien emprende.

Cuando la economía muestra signos de estabilidad, la toma de decisiones empresariales se simplifica. Se requiere menos audacia. El semáforo empresarial y de negocios está “en verde”. Pero, cuando el panorama económico, social, y político se torna inestable, las cosas cambian.

Surge el fantasma de la incertidumbre ante un entorno internacional volátil combinado con un recelo en cuanto al desempeño al interior de nuestro país.

Es entonces donde variables como estabilidad económica y social, certidumbre jurídica, etcétera, comienzan a poner al semáforo de las inversiones en señal preventiva (luz ámbar). Es precisamente el momento de combinar la audacia y el juicio empresarial.

 

"La audacia sin juicio es peligrosa, y el juicio sin audacia es inútil": Gustave Le Bon (1841-1931), psicólogo social francés.

 

A nivel mundial el Fondo Monetario Internacional (FMI) señala que la pandemia, el conflicto Rusia -Ucrania y la tensión entre China y Estados Unidos han contribuido a desacelerar la actividad económica, fracturar las cadenas de suministros y detonar la inflación, propiciando un entorno de incertidumbre.

El crecimiento mundial será de 2.8% en 2023 y de 3% para 2024. La inflación mundial pasará de 8.7% en 2022 al 7% en 2023 y a 4.9% en 2024.

Para México, según Banxico, las expectativas de crecimiento económico son bajas, giran en torno a 1.6% en 2023 y a 1.8% para 2024. La inflación se espera sea superior a 5.3%. El tipo de cambio a plazos de 301 a 330 días se sitúa en 21.07 pesos por dólar. Esto es un bajo crecimiento, con inflación a la baja y estabilidad cambiaria en los próximos doce meses.

 

 

Es decir, el semáforo económico continúa en ámbar con baja posibilidad pasar a verde. Continúa existiendo un ambiente moderadamente propicio a la inversión desde la óptica económica. Hay balance entre audacia y juicio.

La audacia se puede volver peligrosa y el juicio inútil en materia política si se fractura la certidumbre jurídica para los empresarios. Habrá que poner la lupa en las acciones legislativas venideras. Confiamos en que la luz del semáforo no torne de ámbar al rojo.