Entrevista con Benjamín Romano, ganador del Premio International Highrise Award 2018 (IHA).
Gisselle Morán (GM): ¿Qué te llevo a la arquitectura? ¿Cómo empiezas?
Benjamín Romano (BR): Heberto Castillo fue un ingeniero civil muy importante y fue más importante como político. Lo conocí cuando tenía como 14 años de edad y me impactó su personalidad, su oficio y su todo. Ahí decidí ser arquitecto. Entonces pensé un tiempo ser ingeniero o arquitecto y creo que esa combinación es la que ha hecho lo que soy, para mal o para bien.
A los 17 años de edad fui a trabajar con él, lo primero que hice fueron cálculos de momentos estructurales. Entré, aprendí eso y me quedé 24 años trabajando a su lado. Construimos obras en Hidalgo, luego unos puentes en guerrero; construimos y construimos.
Si tuviera un mensaje que dejar, sería la integración que tengo en mi arquitectura con la estructura. Es uno de los grandes atributos que le vieron a la Torre Reforma en Alemania y Harvard. Eso pasa si analizas el diseño de una estructura ósea. Eso es la estructura. En mi opinión, a la arquitectura le pasa lo mismo. A Louis Kahn le aprendí esta integración de la arquitectura; cuando lo digo en inglés tiene un poco más de lógica que en español. A mí Heberto me enseñó a entender la gravedad; no como algo grave sino como gravity.
Mi trabajo se basa en el entendimiento de la gravedad (the understand of gravity). Me parece que muchos edificios no entienden eso. Si analizas a Norman Foster, por ejemplo, en mi opinión se empezó a volver importante cuando hizo su edificio totalmente colgado de Hong Kong.
Hay ejemplos de Herzog, de Koolhaas; de buenos arquitectos que considero, han hecho buenos edificios. En todos, su estructura nace del entendimiento del partido arquitectónico. En todos ellos.
Si ves otras torres en México, la estructura la diseñó un señor ingeniero; y la arquitectura, un señor arquitecto. No el mismo, y a lo mejor la fachada la diseñó un señor de fachadas. No hay esta integración. Etimológicamente hablando, arquitecto o arquitectura es archi ser el primero, como en la palabra arquidiócesis, que es máxima autoridad, y tecton, que es obra o construcción. Cuando un arquitecto logra este entendimiento en una unidad del todo, me parece que se logtra la mejor arquitectura; muy pocos entienden gravity.
GM: Y en todas las leyes universales y en las leyes esotéricas igual…
BR: Sí, hay muy pocos que lo entienden. Heberto me enseñó que si yo en unas estructuras voy a tener un elemento cualquiera que sea, tiene que trabajar. Y si no trabaja, que se salga.
Quisiera transmitir además qué hago por la universidad. Aquí invito a mis alumnos a que entiendan cómo funcionan las cargas en un edificio; porque si las entienden, ya tienen ganado más de la mitad del partido arquitectónico, sin demeritar la calidad del espacio, que es muy importante.
Eso dijeron expresamente todos los del jurado: que Torre Reforma ganó por este entendimiento integral holístico. Creo que esa sería la palabra correcta. El entendimiento holístico de todas las partes que conforman el edificio.
GM: ¿Cuál es el origen de tus procesos conceptuales?
BR: El análisis del partido arquitectónico. Francisco Serrano dice que cuando tienes un buen partido arquitectónico, si te equivocas, ya no te equivocas. O sea: si después cometes errores ya no pasa nada, porque lo importante es el partido arquitectónico, que es un concepto que mis alumnos hacen.
Vamos al sitio, y nos ponemos a analizar los flujos de gente, del sol, del viento, de las toneladas, de los coches y los de vista. Ya que analizas todo y lo amalgamas, eso te da precisamente un partido arquitectónico.
GM: ¿Qué significó para ti recibir el premio al rascacielos más innovador del mundo?
BR: Para mis amigos inversionistas de la Torre Reforma, esta puede ser una mision cumplida, pero para mí, el reconocimiento de mis iguales a nivel mundial. Es un parteaguas porque ellos le están dando valor al trabajo que he buscado durante toda mi vida, el mundo está reconociendo que el enfoque que le he dado al entendimiento integral de la arquitectura.
A la Torre Reforma le pasó lo mismo. Si conoces el edificio tres picos ahí pasa lo mismo. Ahí tuve un terreno chiquitito y tuve qué entender que el edificio es eso; eso es lo que enseño en clase.
GM: Entonces para ti la conceptualización de la Torre Reforma, ¿ lo más importante fue el partido arquitectónico?
BR: 100%.
GM: Estructura y arquitectura, un binomio estratégico para la Torre Reforma.
BR: Para todo lo que lleva. Para lo que hizo la naturaleza con tu cuerpo y con mi cuerpo. Si la naturaleza se hubiera equivocado con nosotros, ve desde lo peor, sería un pobre ser humano, con un cuerpo que va a sufrir toda la vida. Si la naturaleza no se equivocó, pero tú sí te equivocas engordándola, lastimándola, tu edificio va a sufrir toda la vida. Si no te equivocas, va a tener una buena vida.
GM:: ¿Cuáles fueron los retos constructivos que enfrentaste en el desarrollo de la Torre?
BR: Primero, el movimiento de la casa. Fue un gran reto.
GM: ¿Cómo se te ocurrió moverla?
BR: ¿Qué le hacemos a la casa? Dije: la movemos. Entonces ahí nos juntamos Roberto Meli, el maestro Santoyo, Rodolfo Valles y yo en la casa por las mañanas. Estábamos sacando ideas y más ideas; ideas de macro pilotes y cada quien con las suyas.
Entre tantas ideas, vi en la barra del bar del living muchas copas y botellas vacías, además de una charola llena de copas. Entonces dije “oigan, hay que hacer una charola”, y así empecé a rodar con la charola, feliz de la vida. Así llevamos la casa con una charola.
GM: ¿Estabas seguro que no iba a pasar nada?
BR: Estaba segurísimo. Equivocadamente creo mucho en mí. Y la movimos. Al otro día por la mañana me habló un amigo para decirme que había perdido mucho dinero porque apostó a que iba a decir “ups, se cayó”. En ese momento entendí mi equivocación al no compartir el riesgo. Me puse muy nervioso hasta que lo realizamos. Y nos calmamos todos. Ahí tienes el ejemplo de Roberto Meli que enderezó la catedral.
Pero yo no me podría dar el lujo de construir un obelisco de 246 metros de altura para la Ciudad de México con un concreto mal hecho. Ese fue un parteaguas.
GM: ¿Cuáles fueron los parámetros que se aplicaron a la Torre Reforma?
BR: Mira, cuando hicimos el edificio pensamos que tenía que cumplir con todos los parámetros internacionales. Si iba a venir el Banco Mundial, no podía entrar a un edificio de mal nivel. Los reglamentos de construcción del edificio por supuesto son los de México, pero en los reglamentos se aplican todos los de Nueva York. Por ejemplo, el agua para incendios porque así lo marca Nueva York; las condiciones de protección contra incendios es de tres horas, no de dos como en México. Así lo decidimos. En el tema LEED nos fuimos a la más alta certificación, que es Platino.
GM:¿Cómo es una visión integral de negocio?
BR: Desde el momento que entiendes, con pláticas con los inquilinos, con los dueños; cuánta gente va a caber por metro cuadrado, porque el aire acondicionado depende de cuánta gente va a haber. Obviamente tienes que entender para quién vas a trabajar.
GM: ¿Cuáles consideras que son las principales aportaciones de la Torre Reforma a la arquitectura y al urbanismo de México y el mundo?
BR: La Torre Reforma no tiene ni una columna. Creo que es una de las principales aportaciones. Cada uno de nosotros vive otro momento de los demás. La arquitectura vive más que nosotros.
Me parece un error hacer arquitectura pensada en ti y en mí. Hay que hacer arquitectura totalmente diáfana. En mi opinión, lo que más aporta la Torre Reforma es este concepto diáfano que permite en las inmediaciones dentro de 50 años. En 50 años se va a poder adaptar a las costumbres que tengan esas personas; dentro de 100 años también. Inclusive en 150. No van a estar lidiando con columnas ni estructuras o espacios estériles.
En el caso de la Torre Reforma, todas las instalaciones eléctricas y las otras demás están contenidas. Esto es un espacio diáfano totalmente. Aquí puedes poner hotel, vivienda, oficinas o lo que se le ocurra a alguien dentro de 50 años. Ese concepto de pensar en un espacio diáfano creo que es una gran aportación a la arquitectura, especialmente de rascacielos. Es como un tubo. El edificio es un tubo hueco. Mañana aquí puedes poner lo que quieras.
GM: ¿Hay otro en el mundo que tenga eso?
BR: No que yo conozca. Es un edificio que puede vivir 200 años.
GM: ¿Cuál ha sido el mayor desafío arquitectónico que has enfrentado?
BR: El edificio de Tres Picos. Ahí tienes 167 metros cuadrados de terreno en triángulo y el programa con 48 coches y 1,600 metros cuadrados de oficina. Meter todo esto fue un reto. Es mi edificio favorito.
GM: ¿Qué sigue para Benjamín Romano después del éxito de Torre Reforma?
BR: Mira, soy un profesor más de la universidad. Empecé a dar clases en 1982; llevo toda la vida.
GM: ¿Qué tan importnte es la parte docente y el dar clases en tu desarrollo como arquitecto?
BR: Aprendo mucho. Repito: no había calculadoras, tampoco había computadoras. De no ser por la docencia, no dibujaría en Autocad, no usaría BIM y no usaría Rhino. No entendería que actualmente las ciudades tienen que ser compactas, verticales y no horizontales.
Mis alumnos me obligan, sin darse cuenta, a estar al día. Si no sé algo, tengo que averiguarlo. Me tengo que actualizar. Hoy por hoy afortunadamente tengo tres edificios muy importantes: uno en la colonia Roma, otro de Roberto, que estamos haciendo en Benjamín Franklin.
Este edificio va a tener serología. En términos de aire acondicionado que es lo que está ahorita. Actualmente el American Institute of Architecture y su filial de Europa tienen como objetivo para 2030 implementar el famoso 2030 challenge. Es algo interesante.
El 2030 Challenge afirma que de toda la contaminación que tenemos en el mundo, 40% de ella es del monóxido de carbono y es por los culpa de los edificios y aires acondicionados, más que de los coches. Es casi la mitad. Eso ha hecho que los arquitectos nos volquemos a reducir este impacto.
Torre Reforma tiene 25% menos de energía que cualquier edificio alrededor de ellos. Este edificio va a tener cero contaminantes en términos de aire acondicionado, sin contactos ni focos. Evidentemente no hay ninguna columna. Desde antes, Torres Bosques no tenía columnas, Tres Picos no tiene columnas. Yo ya me quité las columnas.
GM: ¿Qué te gustaría dejar como legado?
BR: Sería el tema de la integración holística de todos los elementos que hacen la arquitectura.
GM: ¿Hay algún sueño, algún proyecto que te gustaría realizar a nivel personal?
BR: Sí, de entretenimiento.
GM: ¿De qué tipo?
BR: Me encantaría hacer algo de entretenimiento para la gente. Creo que es muy importante el entretenimiento. Tenemos el Auditorio Nacional y la Sala Nezahualcóyotl, pero tenemos muy poco entretenimiento. Me gustaría hacer entretenimiento para todos los gustos y clases sociales.
Texto Gisselle Morán
Foto: L. Benjamin Romano arquitectos / ALFONSO MERCHAND