Rigor, precisión en las formas, así como una profunda sensibilidad hacia el contexto, caracterizan la obra del Pritzker 2011. La obra de más de tres décadas del arquitecto portugués, Eduardo Souto de Moura, fue motivo del galardón.
Con una mezcla de precisión y sensibilidad, ha liderado la concepción y arquitectura de 60 proyectos alrededor de Europa.
Eduardo Souto de Moura con 59 años, de los cuales 32 han sido dedicados a la arquitectura, ha concebido propuestas que combinan la modernidad "con los ecos de la tradición".
Esta mezcla movió el juicio con que el premio Pritzker decidió reconocerle en la edición 2011.
Lord Peter Garth Palumbo, presidente del jurado, declaró que sus edificios tienen una habilidad única de conjuntar características que parecerían incompatibles como poder y modestia, autoridad pública e intimidad, agresividad y sutileza, todo al mismo tiempo.
Entre los trabajos más reconocidos del arquitecto originario de la península ibérica están: el estadio de Braga; la Torre Burgo, en Porto; Casa Número 2, en Bom Jesus y el Centro Cultural de Porto (todos en Portugal). Asimismo, ha construido en Reino Unido, España, Italia y Suiza.
Desde que Souto de Moura estableció su propio estudio en 1980, ha realizado alrededor de 60 proyectos en Europa. En su cartera pueden verse casas familiares, cines, centros comerciales, hoteles, apartamentos, oficinas, galerías de arte, museos, escuelas, estadios deportivos, como el municipal de Braga (Portugal) e instalaciones de transporte, entre otras el metro de su ciudad natal, Oporto, donde vive y trabaja.
Bélgica, Nápoles y Burdeos, bajo la mira del galardonado
Aunque en su natal Portugal el panorama es difícil debido a la crisis económica, política y social, de Moura no puede quejarse, pues dentro de sus actuales proyectos tiene dos concursos en Suiza, para un estadio y un museo en Lausana, así como la fase final de unos laboratorios en Basilea; en Bélgica, un crematorio; dos edificios en Burdeos; el Metro de Nápoles.
Sin embargo, cuando todo el mundo lo ensalza, su queja es la falta de proyectos en su país, "me gustaría trabajar más en Portugal. Pero actualmente no hay nada. Está todo totalmente paralizado", afirma el arquitecto de 59 años. "En estas circunstancias", añade, "el futuro es negro para los jóvenes, la crisis económica, europea y mundial, los tipos de interés altísimos... El sector privado no invierte y el público no tiene recursos".
El más sorprendido
"Cuando recibí la llamada en la que me dijeron que era el ganador del Premio Pritzker, no lo podía creer. Luego recibí la confirmación de que era verdad y me di cuenta del gran honor que representa esto", ha dicho sobre el momento del anuncio.
Confiesa que sí había pensado, por ejemplo, en obtener "el Premio Europeo de Arquitectura Mies van der Rohe, con el estadio de Braga", una de sus obras emblemáticas, pero jamás le cruzó por la cabeza alcanzar el premio de mayor prestigio que puede obtener un arquitecto.
La nación que mira hacia el Océano Atlántico, con algo más de 10 millones de habitantes, ha ganado ya dos veces el premio Pritzker, el primero fue Álvaro Siza en 1992, nacido en Oporto, como Souto de Moura. Los dos grandes nombres de la arquitectura portuguesa han colaborado en diversos proyectos, y tienen su estudio en el mismo edificio de la ciudad del norte, con una vista espectacular al río Duero.
El hecho de que ésta sea la segunda vez que un arquitecto portugués (Alvaro Siza, 1992, con quien trabajó de Moura), haya sido elegido como ganador "lo hace aún más importante", reconoce Souto de Moura.
Su estilo
Como principales rasgos de su arquitectura destacan el rigor y la precisión en las formas, así como una profunda sensibilidad hacia el contexto. Al igual que otros arquitectos portugueses, como Álvaro Siza, Souto de Moura se preocupa mucho por el entorno físico que rodea a sus obras, así mismo cuida bastante los detalles y la selección de los materiales locales, conjugando muy bien el concreto, la piedra, madera y el aluminio.
Su vocación por diseñar edificios que estén integrados en el entorno y sus edificios demuestran un interés por el minimalismo y por querer facilitar la vida de las personas que los habitan.
De ahí que su concepción de las viviendas unifamiliares de una planta o dos sea ya su seña de identidad, así como el cuidado que pone en adaptar la construcción al lugar en el que se halla.
En el pensamiento de este arquitecto, construcción y entorno son dos constantes, y cree que lo que cambian son los materiales, los medios y los sistemas de construcción, pero que la idea de una casa es un concepto universal que no ha evolucionado mucho a lo largo de la historia.
Es por eso que las claves para comprender sus diseños son desde percibir cómo ha integrado la estructura en el lugar, ya sea urbano o rural, y cómo integra los muros o paredes, hasta su afán por crear edificios de una o dos plantas diáfanas.
En las viviendas unifamiliares, el arquitecto porteño ha sido uno de los rescatadores, al igual que Mies van der Rohe, de los patios interiores.
Su relación con el minimalismo viene de lejos; surgió cuando estudiaba escultura en la Escuela de Bellas Artes de Oporto que tuvo un encuentro en Zurich con Donald Judd, uno de los artistas estadounidenses minimalistas más importantes, por obra e influencia en arquitectos y artistas de la segunda mitad del siglo XX.
Su obra
1980: Mercado municipal de Braga; un organismo lineal apoyado en rotundos muros con un espacio cublerto por una gran losa soportada por pilares de concreto
1982 - 1983: Las casas en Nevogilde, Oporto; caracterizadas por el manejo de imponentes muros
1984: La vivienda para la Quinta do Lago, Algarve; aquí retoma elementos de la arquitectura vernacular del sur de Portugal
1989-1997: Rehabilitación para posada del Monasterio de Santa María do Bouro, Braga
1992: La casa en Alcanena, en Torres Novas; una villa construida con muros entre viñedos
1997 - 2004: Metro de Oporto (Estación de Casa de Música)
2000 - 2003: Estadio Municipal de Braga
2010 - 2011: Crematorio en Cortrique, Bélgica
Texto:viridiana villagán
Foto: ANXESS, TQN, ARCHITECTURE